Bitches Be Crazy: Cómo sobrevivir en un equipo de tenis femenino

Nadie me advirtió de que apuntarme a una liga femenina de tenis para aliviar el estrés era como ponerme un bikini para escalar el Everest. Tenía treinta y cinco años y mi matrimonio se estaba desmoronando. Deprimida y ansiosa, resucitar mi juego de tenis parecía un gran antídoto contra la presión que sentía en casa.

Yo tenía algunas habilidades. Mientras crecía en los años setenta, mi novio y yo pasábamos horas en la pista, con visiones de la chica de oro Chrissie Evert y el chico malo Jimmy Connors bailando en nuestras cabezas. Pero los amistosos peloteos que compartíamos no me prepararon en absoluto para la competición a vida o muerte a la que me enfrentaría en los partidos de dobles de la liga veinte años más tarde, y eso por parte de mis compañeros de equipo.

Lo que nos lleva al hecho importante nº 1 sobre el tenis amateur femenino: nadie quiere que te unas a su equipo, a menos que seas, de hecho, Chrissie Evert. Pronto descubrí que las chicas malas crecen y se convierten en tenistas amateurs de competición. Y como sólo hay un número limitado de plazas en cada equipo, las guardan mujeres cuyas habilidades de supervivencia rivalizan con las del grupo Donner. Participamos en eliminatorias, enfrentando a compañeras gruñonas entre sí para hacerse con esos codiciados puestos.

Un equipo de fútbol cede parte de su sueldo al equipo femenino para igualarlos Equipo de fútbol femenino hace un sencillo pero poderoso cambio en su equipación .

Lo que nos lleva al hecho importante nº 2 sobre el tenis amateur femenino: la mayoría de las jugadoras se graduaron en la escuela de deportividad de Tonya Harding; de ahí el dicho: "En caso de duda, dilo". Normalmente no hay árbitros en la pista, por lo que el cumplimiento de las reglas depende del sistema de honor. Es decir: Hacer trampas sólo está mal visto cuando tus oponentes se salen con la suya primero.

Como en la vida fuera de la cancha, la moda es el rey. Los capitanes buscan entre la ropa disponible para elegir los conjuntos menos favorecedores que puedan encontrar. Esto nos lleva al hecho importante nº 3 sobre el tenis amateur femenino: necesitarás Crisco para ponerte y quitarte la mayoría de la ropa de tenis femenina. Mientras que Maria Sharapova, que mide 1,80 m, está estupenda con su ajustado vestido Nike, la madre de cuatro hijos, que mide 1,75 m y pesa 80 kg, parece más bien un salami de 20 cm metido en una tripa de 25 cm.

Hablando de salami, he aquí el dato importante nº 4 sobre el tenis amateur femenino: todo gira en torno a la comida y los cotilleos. Por supuesto, se puede disfrutar de algunas batallas acaloradas en las pistas, pero las delicias gastronómicas que ofrecen los equipos anfitriones después de los partidos hacen que merezca la pena aguantar las murmuraciones y los pases de moda. ¿En qué otro lugar se pueden degustar esos sabrosos rollitos de pavo, ensaladas de fruta fresca y galletas caseras con trocitos de chocolate, todo ello aderezado con una buena dosis de cotilleos sobre los compañeros de equipo y los adversarios?

Al igual que en el instituto, los deportes de equipo femeninos generan amistades. Pero no son duraderas. Una vez que te gradúas en la liga de tenis para adultos, es probable que la BPF (Best Partner Forever) del mes pasado se convierta en la enemiga mortal número uno de este mes. Por desgracia, el mundo del tenis femenino es voluble. Lo que nos lleva directamente al Hecho Importante nº 5 sobre el tenis amateur femenino: Justo cuando crees que has congeniado con tu compañera de dobles, sentirás una extraña sensación entre tus omóplatos. Es el cuchillo que se ha clavado allí al dejarte sin palabras por otra jugadora. Te devanarás los sesos buscando la razón: ¿Jackie tiene mejor revés? ¿Saca más aces que yo? ¿Resiste mejor la presión? No, es D, ninguna de las anteriores. Tiene una casa de cinco dormitorios frente al mar en Nantucket y tu BPF va a pasar una semana en agosto como invitada.

Los dobles son, en teoría, mucho más divertidos que los individuales. Aunque uno se siente solo, no hay nada más reconfortante que compartir las victorias con un compañero. A menos, claro, que pierdas. Y ese desafortunado e inevitable resultado nos lleva al hecho importante nº 6 sobre el tenis femenino amateur: nunca es culpa tuya cuando pierdes.

"Susie tuvo un mal día", susurras cuando ambas salís de la pista, después del partido, con la cabeza gacha por la vergüenza mientras tus compañeras intentan sin éxito borrar el desprecio de sus caras. "No le pegaba ni a la cara de un granero". Y aunque puede que sea cierto que Susie tuvo un mal día, también le costó mucho acertar un buen golpe mientras tú ponías los ojos en blanco, suspirabas ruidosamente y dejabas caer los hombros hasta las rodillas después de cada error. Dobles: ¡Todo es cuestión de trabajo en equipo!

Sí, los socios ganan juntos y pierden juntos. Pero antes de saltar a la cancha, repetir este mantra debería ser obligatorio: "No hay premio en metálico. No hay premios en metálico". Porque, a diferencia de los profesionales, que ganan un partido de dobles del Grand Slam por más de medio millón de dólares, los aficionados no ganan ni una galleta más en la mesa de aperitivos. Lo que nos lleva al hecho importante nº 7 sobre el tenis amateur femenino: ganes o pierdas, tienes que ir a casa y lavar la ropa.

Por último, ¿dónde estaríamos sin esas autoproclamadas capitanas de equipo que llevan la voz cantante? Esto nos lleva al hecho importante nº 8 sobre el tenis amateur femenino: el poder lo ejercen mujeres que hacen que Atila el Huno parezca la Madre Teresa. Así que, por encima de todo, hazle la pelota a tu capitana y hazle un generoso regalo -quizá un BMW descapotable nuevo- al final de la temporada.

Hace veinticinco años que tengo una relación de amor/odio con el tenis de equipo y, mientras me preparo para volver a participar, sólo puedo imaginarme a Eva ofreciéndole la fruta prohibida a Adán. Dentro de unos días me inscribiré en mi nuevo equipo por Internet, mientras hago callar a la vocecita que me susurra al oído: "No lo hagas. No lo hagas". Pronto la pregunta candente en mi vida será: "¿Quién trae las galletas de chocolate?".