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Cómo pelear limpio en una discusión

¿Sabes cuando estás discutiendo con tu pareja sobre, por ejemplo, los platos sucios del fregadero... y, de repente, te encuentras soltando toda una disertación sobre todos los desaires (percibidos) que se han hecho en la relación para demostrar tu punto de vista?

O, ya sabes, algo menos específico. Pero entiendes lo esencial. Manejar los conflictos de forma saludable es difícil a veces.

"Cuando estás enfadado, es difícil mantener los pies en la tierra, pero es muy importante que hagas todo lo posible para luchar de una manera que os haga avanzar a ti y a la otra persona, no retroceder", dice la terapeuta Vienna Pharaon, fundadora de Mindful Marriage and Family Therapy. "El conflicto es una oportunidad para acercaros el uno al otro. Es una oportunidad para crear una conexión, comprensión e intimidad más profundas si podéis evitar los mismos viejos patrones que os dejan desconectados y doloridos."

Como esto puede ser más fácil de decir que de hacer, le pedimos a Viena que compartiera algunos consejos para luchar limpiamente en una discusión.

Reconocer los comportamientos es un buen punto de partida. Según Vienna, cuando las personas no luchan limpiamente -intencionada o involuntariamente-, suele ser así:

  • Pasan al ataque.
  • Se centran en demostrar su punto de vista.
  • Entablan una lucha de poder entre ellos.
  • Intentan ganar la discusión.
  • Recurren a los absolutos.

"Por otro lado, luchar de forma justa significa que honras y compartes tu experiencia a la vez que intentas dar espacio a la suya", explica Vienna. "Significa que te centras en ti mismo y en tu parte en lugar de señalar todas las cosas que la otra persona ha hecho mal. Significa que eres consciente de que este momento es similar a otros momentos históricos de tu vida, y lo compartes desde la vulnerabilidad en lugar de atacar a la otra persona".

"Al fin y al cabo, el conflicto constructivo te lleva a un lugar donde aprendes algo sobre ti mismo y sobre la otra persona".

¿Cómo hacerlo? Viena comparte cinco consejos:

1. Habla del conflicto cuando no estés en él.

Cuando estás en él, es muy difícil cambiar las cosas si no has hablado de ellas o no has elaborado un plan para ti o para la relación. ¿Qué hay que hacer y qué no? ¿Qué está prohibido? ¿Qué compromisos quieres asumir?

2. Nombra dónde suelen empezar a fallar las cosas entre sí.

¿Dónde se caen las ruedas? 3. Reconoce lo que haces para desconectar. ¿Qué es lo que te hace sentir a la defensiva, te hace querer cerrarte, te hace querer ganar? ¿Hay cosas que puedas notar y compartir con tu pareja?

3. Explorad juntos qué os resulta familiar de vuestro conflicto.

¿Te recuerda al conflicto que había en tu casa cuando creciste? ¿A parejas anteriores? ¿En qué se parece? ¿Pueden compartirlo?

4. Comprende lo que haces para intentar protegerte en los conflictos.

Esta perspectiva puede ofrecer a menudo compasión por ti mismo y por la otra persona. ¿Te cierras en banda para protegerte? ¿Necesitas tener razón porque estar equivocado en tu familia significaba que te ridiculizaban o criticaban? ¿Das demasiadas explicaciones y te defiendes porque oír que has hecho daño a alguien o que le has defraudado te produce una gran vergüenza? Conecta con esto y compártelo con tu pareja.

5. Busca momentos de conflicto en los que puedas interrumpir la pauta.

Concéntrate en las formas de sustituir la desconexión por la conexión. Esté dispuesto a pulsar el botón de reinicio. Estate dispuesto a pedir que se vuelva a hacer".

Viena dice: "El conflicto se convierte a menudo en una carrera por tener razón, demostrar tu punto de vista o defender tu posición. Es una batalla perdida. El objetivo debería ser correr para escuchar a la otra persona, correr para entender su experiencia sin invalidar la propia. No es un cambio fácil, pero sí poderoso. ¿Con qué rapidez puedo escucharte? ¿Con qué rapidez puedo reconocerte? ¿Con qué rapidez puedo ver tu dolor? Imagina lo que podría cambiar entonces".

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