Lanvin, ángeles y demonios en la tierra
LA PARIS FASHION WEEK RENDIDA ANTE ELBAZ
Lanvin, ángeles y demonios en la tierra
Lanvin desfilaba sobre la pasarela de la Paris Fashion Week, uno de los shows más esperados y que por suerte, no decepcionó. Alber Elbaz confiesa que habitualmente le pasa que de la inspiración inicial en el resultado queda muy poco. En esta colección, aparentemente el diseñador se inspira en el cielo y el infierno pero reconoce que a medida que dibujaba y maceraba la idea terminó por volver a la tierra.
Las mujeres que Lanvin mostró en París tienen poco de ángeles y de demonios, son seres terrenales en los que si hay ciertos elementos que nos remiten de alguno u otra manera al cielo y al infierno. Por ejemplo, las serpientes del inicio del desfile o la volatilidad de los vestidos de gasa. De todas formas, la colección resulta interesante, no necesita de ese hilo conductor o de una historia detrás.
Por una vez los vestidos no son el elemento sobre el que gira la colección, en esta ocasión Alber Elbaz apuesta por la ropa de calle y presta especial atención a los pantalones y partes superiores, sean blusas, americanas o chalecos. Los hombros, además, son la zona en la que se centra el look, nada que ver con los 80 si es lo que imaginabas… son hombros que transmiten poder y fortaleza. Fíjate en el trabajo de patronaje de las prendas superiores, sin perder un ápice de feminidad y delicadeza, las piezas cobran vida propia.
Elbaz apuesta por el smoking y la forma de vestir masculina y como Yves Saint Laurent, la adapta al guardarropa femenino. Pero no faltan tampoco los vestidos, marca de la casa, con plisados y muchas transparencias esta vez. Es precisamente cuando empiezan a salir los vestidos que la paleta de color de Lanvin se enciende, del gris, el negro y el blanco, pasamos al rosa, al azul cielo y al verde oliva.
Los contrastes son algo que fascina a Alber Elbaz y que están igualmente presentes en la colección, no tan exagerados como en la colección que presentó hace justamente un año, pero si vemos contrastes sobretodo de colores, de las incrustaciones sobre la pulcritud del blanco y el negro, también en ciertas siluetas, en el juego de los plisados y las aberturas y en el movimiento o ausencia del mismo, de las prendas.
Como te decía, siempre hay hueco para las incrustaciones y la pedrería, en esta ocasión reforzando la zona de los hombros y en ningún caso aportando color.
Sin duda Elbaz merece felicitaciones por su trabajo, una vez más, consigue que Lanvin siga en la cresta de la ola, en esta ocasión sin necesidad de caer en la repetición de la fórmula del éxito de los vestidos de colores al bies de colores. Tampoco hay volantes ni demás elementos identificativos del trabajo anterior de Alber Elbaz en Lanvin por lo que le felicitamos, ya se sabe aquí, reinventarse o morir!