¿Por qué no podemos vivir sin los esmaltes de OPI?
Para empezar, esta marca de esmaltes sería la homóloga de la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Sus humpa lumpas crean deliciosos colores entre los que se nos hace imposible escoger solo uno.
Por otro lado están los nombres, que son divertidísimos. Si un producto tiene un nombre jugoso como "El demonio de Tasmania me hizo hacerlo" me lo compro sin pensarlo. Ponerle un nombre original y divertido requiere mucho más trabajo que ponerle una simple serie de números, por lo que eso lo valoro y lo premio.
Otro de los motivos por los que no podemos dejar de comprar estos esmaltes es porque le han dedicado una colección a España. Así encontramos colores que nos recuerdan al vino tinto, a Barcelona, a los Pirineos... ¿Son o no son para amarlos con locura?