Cómo doy prioridad a mi salud cuando tengo 20 años y soy una estudiante universitaria muy ocupada
Aunque a menudo sueño con días llenos de saunas, clases de entrenamiento HIIT, batidos verdes caseros y ocho horas completas de descanso, seamos realistas. Esa es una realidad que sólo podría soñar con adquirir.
Mis días suelen ser caóticos, llenos de clases, reuniones, llegar tarde a planes de café pospuestos, deberes o cualquier otra cosa que se me presente. A pesar del caos, he creado sistemas que me ayudan a gestionar mi apretada agenda a la vez que doy un poco del tan necesario mimo a mi bienestar físico y mental a lo largo del día.
Antes creía firmemente que las responsabilidades escolares y laborales eran lo primero, y que todo lo demás se dejaba a un lado hasta que se terminaban.
¿Cómo le doy a mi amigo una pista de que quiero un poco de distancia? Me he divorciado dos veces y por fin tengo una relación sana a mis 44 años. Así es como cambié mi punto de vista sobre las citas.
Spoiler: La lista de cosas por hacer nunca parecía estar completamente tachada.
Mi viaje hacia la salud empezó realmente a prosperar cuando me di cuenta de que dar prioridad a mi bienestar era la clave para gestionar mi apretada agenda lo mejor posible. Lo que antes se veía como una opción, ahora es un aspecto crucial para mantener el caos diario.
Aunque no puedo pasar horas y horas practicando el autocuidado, he desarrollado un sistema de no negociables que me ayuda a mantener un sentido de estructura, equilibrio y rutina. Aunque cada día es diferente, aquí están cinco de mis no-negociables que me ayudan a priorizar mi salud como estudiante universitaria en medio de la locura:
- Me cuido la piel por la mañana y por la noche.
- Tomar el sol por la mañana (a veces simplemente dando un paseo por el exterior de mi edificio).
- Cumplir mi objetivo de pasos (incluso si eso significa ir andando a mis clases).
- Incorporar, como mínimo, un entrenamiento de 30 minutos a lo largo del día.
- Dedicar al menos 20 minutos antes de acostarme a leer o escribir un diario sin tecnología.
Pueden parecer pequeñas acciones. Pero no importa lo impredecible o alocado que se vuelva mi día, tengo estos momentos para mí, para desconectar y recargarme.
A menudo me sorprendo a mí misma utilizando mi tiempo entre clases o reuniones desplazándome por la interminable madriguera de TikTok GRWMs o viendo lo que mis amigos están publicando en IG. Aunque esto parece relajante en el momento, a menudo me deja más cansada y fatigada.
Últimamente, me he propuesto aprovechar los descansos para recargar pilas y darle a mi cuerpo un momento para respirar. Incluso si el descanso es de solo 10 minutos entre Zooms o durante mi rutina de cuidado de la piel, intento desconectarme de la tecnología y estar presente.
Cuando tengo la oportunidad de hacer una pausa más larga, suelo hacer un ejercicio de bajo impacto, como caminar o hacer yoga, para relajarme. A menudo, programar estos descansos (como si fuera una reunión o una clase de gimnasia) en mi calendario me ayuda a rendir cuentas y a aprovechar los minutos extra de inactividad a lo largo del día.
Creo que incluir estas pausas como una "tarea" visual en mi calendario me anima a aprovecharlas al máximo. En lugar de ver estos descansos como una oportunidad para procrastinar, los veo como una parte de mi rutina diaria de autocuidado que me ayuda a recargarme y resetear.
Creo firmemente que el equilibrio ha sido la práctica más importante a la hora de priorizar mi salud. Soy una gran fan de decir no a los planes para quedarme en casa y dormir unas horas más o para ponerme al día con los episodios de The Bachelor que tanto necesito.
Aunque quedarme en casa es mi idea de un viernes noche perfecto, a veces esquivar los planes para salir puede ser una lucha. A lo largo de la semana, es difícil encontrar tiempo para la paz y la tranquilidad, especialmente cuando se vive con compañeros de piso en un ambiente universitario.
He descubierto que la comunicación es el factor más importante para que esto se haga realidad. Es imprescindible ser sincera conmigo misma y con mis amigos cuando necesito una noche tranquila para mí. A lo largo de mi viaje por la salud, me he dado cuenta de que el autocuidado a veces se parece a no hacer absolutamente nada... y eso está bien.
La idea de saunas diarias y días llenos de autocuidado siguen siendo poco realistas por ahora. Pero he descubierto que, para mí, el verdadero bienestar viene del equilibrio en medio del caos y de la puesta en práctica de poner mi salud en lo más alto de mi lista de cosas por hacer cada día.