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Gareth Southgate demuestra un nivel de vulnerabilidad masculina que rara vez vemos

Gareth Southgate demuestra un nivel de vulnerabilidad masculina que rara vez vemos

Con un último post desgarrador, Gareth Southgate ha anunciado que abandona el cargo de seleccionador de Inglaterra después de ocho años, cuatro grandes torneos y un vestuario que ha cautivado a la nación tanto como su misión de volver a unir a un equipo inglés fracturado y reconectarlo con sus aficionados. Desde la imagen de Southgate bombeando el puño en señal de júbilo con su característico chaleco cuando Inglaterra se clasificó para las semifinales del Mundial (posiblemente el look masculino de 2018) hasta la imagen de él consolando a su joven equipo después de que perdieran en los penaltis en la fase final de la Eurocopa 2020, se ha convertido en una fuente de comodidad, sensatez y una vulnerabilidad muy particular y abotonada que rara vez vemos en los hombres británicos mayores de 40 años.

Al confirmar hoy su dimisión, Southgate declaró: "Como orgulloso inglés, ha sido el honor de mi vida jugar con Inglaterra y dirigir a Inglaterra. Lo ha significado todo para mí, y lo he dado todo".

Pero ha llegado el momento de cambiar y de escribir un nuevo capítulo. La final del domingo en Berlín contra España fue mi último partido como seleccionador de Inglaterra'.

Su decisión de dimitir antes de que finalice su contrato en diciembre, sin los títulos que él y el país llevan tanto tiempo persiguiendo, es un reconocimiento tácito de que está de acuerdo con el creciente número de expertos que han dicho que ya no es el hombre adecuado para llevar al equipo a la victoria.

El mero hecho de ver a un hombre en una posición de poder renunciar voluntariamente a un papel que había apreciado durante tanto tiempo parece poco menos que revolucionario en un mundo en el que nuestro anterior Primer Ministro tuvo que ser prácticamente expulsado de su cargo tras una serie de escándalos, y el actual Presidente de los Estados Unidos insiste en presentarse a un segundo mandato ante las crecientes dudas sobre su capacidad cognitiva.

Tal vez sea ése parte del atractivo duradero de Southgate: ha sido seleccionador de Inglaterra durante un periodo de agitación política sin precedentes, en el que hemos anhelado colectivamente la presencia de un adulto en la sala. Cuando nuestros políticos se quedaban cortos, siempre podíamos confiar en que Southgate sería comedido, reflexivo y amable.

Y no olvidemos que hemos visto a Southgate en su momento más vulnerable. Cualquiera que tenga más de 35 años recordará las semifinales de la Eurocopa de 1996, cuando, siendo un joven jugador, Southgate falló el penalti que eliminó a Inglaterra del torneo. Aquel momento ha quedado grabado en nuestra psique nacional, y ver a Southgate transformar la selección inglesa de manera que el apoyo mutuo, la amabilidad y el honor se convirtieran en el centro de su ética fue la historia de redención que todos necesitábamos. Todos sabíamos lo mucho que quería que el equipo ganara, y eso nos hizo desearlo aún más.

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