Formas de intimidad no sexuales
Cuando hablamos de intimidad, nuestra mente tiende a ir directamente a la intimidad "sexual". Sin embargo, la intimidad va más allá del dormitorio. La intimidad es mucho más que sexo y jugueteo. Se trata de conectar en el nivel más profundo emocional, vulnerable, energético y espiritual con los demás, no sólo con la pareja, sino con los amigos, la familia o cualquier otra persona de tu vida.
Algunas formas de intimidad no sexual son:
Escuchar: Una de nuestras necesidades y deseos más profundos es ser escuchados. Cuando un amigo o tu pareja te escucha (¡te escucha de verdad!), está
Formas sorprendentes de aumentar la intimidad Formas de disfrutar más de las relaciones sexuales externas
- invirtiendo en lo que dices
- mostrando que quieren conectar
- interesándose por lo que tienes que decir
- preocupándose por cómo te sientes
Cuando una persona escucha de verdad, no busca distracciones (por ejemplo, mirar a escondidas su teléfono). Una persona que escucha de verdad mantendrá un contacto visual constante contigo y escuchará sin necesidad de interrumpir o redirigir la conversación. Escuchar es íntimo y es sexy (aunque sea de forma platónica).
Piropos/Palabras de afirmación: A todo el mundo le gusta que le hagan un cumplido, y nuestra serotonina se dispara cuando recibimos cumplidos o palabras de adulación. Los cumplidos y las palabras de afirmación nos permiten sentirnos dignos y bien con nosotros mismos. Este sentimiento crea una intimidad entre la persona que hace el cumplido y la que lo recibe.
Regalar: No se trata necesariamente del regalo. Se trata del hecho de que alguien haya pensado en hacerte un regalo y se haya tomado el tiempo y la energía de considerar lo que el destinatario apreciaría. Muchos de nosotros hemos recibido regalos que no son de nuestro agrado (¿un par de calcetines de un dólar?). Cuando nos damos cuenta de que la persona que nos regala ha pensado en ello, aunque no sea algo que nos guste, se crea una profunda intimidad y conexión. ¿Por qué? Porque el hecho de que piensen en nosotros nos hace sentir muy bien, incluso si el regalo en sí no es el mejor.
La risa, el cachondeo y los chistes internos: La risa es una increíble medicina para el alma. Cuando nos reímos con nuestros amigos, parejas o seres queridos; cuando jugamos y hacemos el tonto, dejamos de lado la seriedad y compartimos chistes internos, nace la intimidad. La vida puede ser demasiado pesada y seria a veces, pero compartir la risa con los seres queridos o los amigos y tener momentos juguetones y tontos infunde su conexión con la ligereza y crea intimidad.
Compartir intereses mutuos: Compartir intereses, o mostrar interés por lo que alguien está leyendo, viendo, haciendo o escuchando y por lo que siente por ese interés, refuerza un vínculo íntimo. Incluso si sus intereses no son necesariamente compartidos, pregunte y demuestre que se interesa por sus intereses por lo que siente por esa persona. Habla con tus amigos, tu familia o tu pareja sobre su música favorita en ese momento, el libro que están leyendo o el podcast que están escuchando. Muestra interés por sus intereses y puede que te sorprendas a ti mismo y descubras algo que ni siquiera habías pensado que te interesaba antes.
El afecto: Los abrazos y el contacto físico no sexual aumentan la serotonina, un neurotransmisor conocido como la hormona del "bienestar". La serotonina nos ayuda a sentirnos felices, tranquilos y confiados, lo que a su vez permite profundizar en la intimidad. Los abrazos y otras formas de contacto no sexual también hacen que el cerebro libere oxitocina, que también se conoce como la "hormona del vínculo". El vínculo afectivo es la intimidad. Tanto si abraza a un amigo, a un interés romántico o a su pareja, sepa que está potenciando su intimidad dentro de la conexión.
Tiempo de silencio: Lo creas o no, el mero hecho de sentarse en una pausa entre conversaciones con un amigo o un ser querido es intimidad. El mero hecho de estar presente en la compañía del otro sin tener que llenar el silencio demuestra que estáis conectados el uno con el otro a un nivel que va más allá de las palabras. Sentarse en el silencio de la presencia del otro es la verdadera intimidad.