barra head

Hice yoga todos los días durante un mes: esto es lo que pasó

Como es el caso de muchos nativos de Los Ángeles, el yoga nunca fue un concepto extraño para mí. Lo veía como un gran ejercicio, pero no le di mucha más importancia. Sinceramente, toda la cultura hippie de los pies descalzos que creía que rodeaba al yoga fuera de las franquicias no me parecía que fuera para mí.

No fue hasta que un amigo me recomendó un lugar de la zona que salí del ámbito del Big Yoga (que en realidad no existe, pero es un concepto curioso, ¿no?) y entré en un estudio de yoga más tradicional.

De ninguna manera fue un paso revolucionario, pero nunca había explorado intencionalmente por qué me gusta hacer ejercicio, aparte de "me hace sentir mejor". Incluso después de hacer yoga durante dos años, me seguían sorprendiendo los cambios que se producían cuando me retaba a mí misma a practicarlo a diario.

He aquí algunas de las ventajas que he descubierto:

Equilibrio entre fuerza y ego

La mayoría de las veces, veo el yoga como una forma de cambiar el aspecto de mi cuerpo (como la mayoría de los demás tipos de ejercicio). Una forma de luchar por esa estética de chica limpia con un cuerpo de modelo a juego. Odio tener que decírtelo, pero la estética de chica limpia es falsa, y el yoga tampoco es eso.

El yoga se parece más a la vida, es impredecible y no siempre pintoresco. Presentarse en la esterilla cada día, escuchar a los profesores y fluir con la respiración y el movimiento te enseña a dejar de lado el aspecto de tu cuerpo y centrarte en lo que sientes.

Después de un mes de práctica, era más fuerte, más flexible y estaba mejor concentrada. Pero durante ese tiempo, había momentos en los que mi cuerpo temblaba mientras mantenía una postura, me fallaba el equilibrio y mis músculos no podían estirarse tan profundamente.

Esta experiencia me enseñó que no hay un camino lineal hacia la mejora. No hay un punto final que puedas alcanzar. El yoga es una práctica en constante evolución que lleva tiempo desarrollar y que nunca se puede perfeccionar. Por eso es tan divertido.

Mejorar mi mentalidad

Durante los dos últimos años, el yoga ha aumentado enormemente mi confianza en mí misma al ayudarme a centrarme menos en mi aspecto y en lo que los demás piensan de mí y más en lo que mi cuerpo quiere y necesita.

Mi práctica diaria de yoga se convirtió en una forma de estar en contacto con mis emociones y mi realidad. Me permitía encontrarme conmigo misma dondequiera que estuviera ese día, dejar de hacer y simplemente ser. Algunos días me sentía realizada y fuerte. Otros, no podía dejar de pensar en el mundo exterior. Pero todos los días me sentía agradecida por aparecer.

Mis profesores me enseñaron a soportar la incomodidad, y ese concepto (a veces) me siguió fuera de la esterilla hasta mi vida cotidiana. Redescubrí el sentido de fluir de un movimiento a otro, disfrutando de una danza silenciosa que sólo yo y las personas de la sala entendíamos.

Me sentí más tranquila y segura de mí misma, gracias a la práctica continua de la autocompasión que impregna el yoga. Me resultó tan útil fuera del estudio como dentro. Aprender a afrontar el malestar, ya sea una emoción desagradable o una postura difícil, me recordó que soy mucho más resistente de lo que pensaba.

Encontrar sentido y comunidad

Asistir a la misma clase cada semana, ver a las mismas personas y acudir a los mismos profesores llevó a entablar amistad con personas que comparten los mismos valores.

Es difícil ir más despacio y aparecer intencionadamente en la vida, y estoy agradecida a la comunidad de personas de mi pequeño rincón de la vida que me han enseñado esas lecciones.

Este reto me ha recordado por qué vuelvo a la esterilla, aunque siga temblando en una plancha lateral.

Categorías:

¿Te gusta? ¡Puntúalo!

6 votos

Noticias relacionadas