Cómo combatir el aburrimento y vencer al tedio de manera sencilla
Tenemos qué combatir sin miedo al aburrimiento y al tedio con nuestras propias armas.
Uno de nuestros grandes temores, uno que nos atormenta cuando entramos al mundo adulto y socializamos con los demás, es que, en el fondo de nuestro corazón, creamos que podemos ser realmente aburridos. Pero la buena noticia, y es una verdad absoluta, es que nadie es verdaderamente aburrido. Solo corren el peligro de encontrarse como tales cuando no comprenden su yo profundo o no se atreven a comunicárselos a otros.
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Pero esto no va sobre ese problema (repito: no lo es, ¡no eres aburrido!), sino que versa sobre ese hastío que puede apoderarse de ti en cualquier momento y en cualquier lugar, aunque siempre te pilla en casa.
¿Estás aburrido? Combatir el aburrimiento puede ser difícil, pero hay muchas formas de hacer que una situación aburrida se vuelva más entretenida. Busca formas de encauzar tu creatividad por medio de la lectura, la escritura o las manualidades. Aprovecha los momentos aburridos haciendo algo productivo. Haz alguna tarea que hayas estado posponiendo o aprende algo nuevo. Reúnete con tus amigos y busquen cosas interesantes que puedan hacer por la ciudad. Busca formas de divertirte. Estar aburrido en casa no significa que no puedas relajarte y reírte un poco.
Hay muchas razones por las que uno cae en el tedio absoluto y puede ser un peligro para la salud. Para la física y para la mental.
Para evitarlo hay una serie de rutinas nuevas y rompedoras que pueden ayudar. Precisamente por eso. Sorprende a tu yo interior, dale un susto. Levanta el culo del sillón y sorpréndelo de verdad.
Empieza por echar un vistazo a tu alrededor. Organiza tu habitación, tus libros o tus discos. Busca algo que reparar. ¿Sabes eso de “ya llamaré a alguien” que luego termina siendo “¿Solo era eso?”, pues inténtalo tú.
Recoloca tu videoteca, tus vinilos, tus libros. Piensa la forma más adecuada: ¿alfabético? ¿Autor? ¿Por género, tal vez?
Es una de las más sencillas y divertidas. Prepárate una infusión relajante y date el gusto de dedicar un rato a tu organización. Al final estarás orgulloso del trabajo.
Otra opción de éxito seguro es que cojas busques entre las docenas de libros que tienes y cojas uno. No hace falta que sea el Ulises de Joyce que te pillaste en un arrebato de modernidad bien queda, no. De hecho, pilla ese de relatos que tienes ahí al lado del cómic de Manuel Bartual.
Uno de relatos cortos. Píllalo. Ponte cómodo. Lee un relato, no te llevará más de 15 o 20 minutos. Déjate llevar. ¿A que mola? Pues lee los que quieras, ponte unos cacahuetes, relájate y disfruta de la lectura. Haz de ella un hábito. Es el más enriquecedor que puedas echarte a los ojos.
Claro que también está el cine. Seguro que tienes alguna peli en casa sin ver. Seguro que por casa hay algún usb, dvds del periódico, coleccionables del quiosco o préstamos que nunca has devuelto en forma de cine de cualquier género. El cine es una de las maravillas del mundo y un sitio en el que puedes entrar y salir cuando quieras.
Un buen truco es la prueba gratuita de las nuevas plataformas de pago. Amazon, HBO, Netflix…sí, te pedirán la tarjeta de crédito, pero ninguna te cobrará nada si solo permaneces un mes con ellos. Y un mes da para muchas horas de entretenimiento. Devora una serie, algún clásico del cine que no hayas visto, exprímelo bien y, quién sabe, al final alguno te convenza y termines abonado.
Si con todo eso y con este peligroso cacharro conocido como internet no tienes suficiente, ponte unas zapatillas cómodas, que vamos a la calle.
Ahora que el otoño está a pleno rendimiento y el invierno a la vuelta de la esquina, los escaparates y las tiendas empiezan a presentar ofertas y saldos interesantes. Date una vuelta por las calles, que están bonitas, pasea, respira, crúzate con gente. Pasa frío.
Entra en unos grandes almacenes y revuelve por todas las secciones. Pruébate ropa, zapatillas, ojea libros, compara precios, así aprovechas y vas pensando regalos para el amigo invisible.
También puedes pasear por el parque, o salir a caminar fuera de los límites de tu ciudad, escapar del ruido, respirar aire puro, contactar un rato con la naturaleza.
Busca nuevas aficiones, prueba a ver si encuentras algún curso interesante a buen precio o en organizaciones sin ánimo de lucro. Si por desgracia no tienes un empleo las ofertas para esos cursos suelen ser interesantes: aprender idiomas, algún truco de cocina, herramientas informáticas, instrumentos musicales…
También me apuesto lo que sea a que vives rodeado de gimnasios. Y también estoy seguro de que tienen alguna oferta de inscripción más que interesante. Con las navidades a la vuelta de la esquina y la alerta de kilos de más en color ámbar tirando a rojo, apuntarse a un gimnasio supone un paso de gigante a la hora de acabar con la rutina, porque además incentivará la escucha de música o algún podcast interesante de esos a los que nunca prestaste atención y que tienen un mundo de entretenimiento y descubrimientos mientras quemas calorías.
También tienes un montón de museos o muestras y ferias a las que acudir. Algunas son gratis y otras no, pero siempre puedes seguir divirtiéndote gratis si te pasas por una tienda Fnac o El Corte Inglés y te acomodas en uno de esos rincones habilitados para la lectura. Puedes echarte una tarde leyendo cómics hasta que encuentres cuál es el que más te mola y empezar a aficionarte al mundo de las viñetas, porque es infinito.